Parece que este tiempo no levanta, de modo que a ver si os arranco una sonrisa con el relato de hoy.
Se abrochó el cinturón de seguridad, y despegó. Ascendía lentamente, las fuerzas la empujaban hacia abajo, fueron muchos los impedimentos, pero consiguió llegar. Alcanzó la luna. ¡Bravo! ¡Aplausos!, ¡Gritos! y una voz al fondo: “Daniela puedes volver a poner en su sitio la silla del coche”
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